Laura
  Xarxa sindical

2 Mai, 2006

Muros

Text d'Eduardo Galeano. 25 de abril de 2006

El Muro de Berlín era la noticia de cada día. De la mañana a la noche
leíamos, veíamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la
Infamia, la Cortina de Hierro...

Por fin, ese muro, que merecía caer, cayó. Pero otros muros han brotado,siguen brotando, en el mundo, y aunque son mucho más grandes que el de Berlín, de ellos se habla poco o nada.



Poco se habla del muro que los Estados Unidos están alzando en la
frontera mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla.

Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y de aquí a poco será quince veces más largo que el Muro de Berlín.

Y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que desde hace
veinte años perpetúa la ocupación marroquí del Sahara occidental. Este muro,minado de punta a punta y de punta a punta vigilado por miles de soldados,mide sesenta veces más que el Muro de Berlín.
¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?
¿Será por los muros de la incomunicación, que los grandes medios de
comunicación construyen cada día?

En julio del 2004, la Corte Internacional de Justicia de La Haya
sentenció que el Muro de Cisjordania violaba el derecho internacional y
mandó que se demoliera. Hasta ahora, Israel no se ha enterado.

En octubre de 1975, la misma Corte había dictaminado: «No se establece
la existencia de vínculo alguno de soberanía entre el Sahara Occidental y
Marruecos». Nos quedamos cortos si decimos que Marruecos fue sordo.
Fue peor: al día siguiente de esta resolución, desató la invasión, la
llamada Marcha Verde, y poco después se apoderó a sangre y fuego de esas vastas tierras ajenas y expulsó a la mayoría de la población.

Y ahí sigue.

Mil y una resoluciones de las Naciones Unidas han confirmado el derecho
a la autodeterminación del pueblo saharaui.

¿De qué han servido esas resoluciones? Se iba a hacer un plebiscito,
para que la población decidiera su destino. Para asegurarse la victoria, el
monarca de Marruecos llenó de marroquíes el territorio invadido. Pero al
poco tiempo, ni siquiera los marroquíes fueron dignos de su confianza. Y el rey, que había dicho sí, dijo que quién sabe. Y después dijo no, y ahora su hijo, heredero del trono, también dice no. La negativa equivale a una confesión. Negando el derecho de voto, Marruecos confiesa que ha robado un país.
¿Lo seguiremos aceptando, como si tal cosa? ¿Aceptando que en la
democracia universal los súbditos sólo podemos ejercer el derecho de
obediencia?
¿De qué han servido las mil y una resoluciones de las Naciones Unidas
contra la ocupación israelí de los territorios palestinos? ¿Y las mil y una
resoluciones contra el bloqueo de Cuba?

El viejo proverbio enseña:
La hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud .

El patriotismo es, hoy por hoy, un privilegio de las naciones dominantes. Cuando lo practican las naciones dominadas, el patriotismo se hace sospechoso de populismo o terrorismo, o simplemente no merece la menor atención.

Los patriotas saharauis, que desde hace treinta años luchan por
recuperar su lugar en el mundo, han logrado el reconocimiento diplomático de ochenta y dos países. Entre ellos, mi país, el Uruguay, que recientemente se ha sumado a la gran mayoría de los países latinoamericanos y africanos.

Pero Europa, no. Ningún país europeo ha reconocido a la República
Saharaui. España, tampoco. Este es un grave caso de irresponsabilidad, o
quizá de amnesia, o al menos de desamor. Hasta hace treinta años el Sahara era colonia de España, y España tenía el deber legal y moral de amparar su independencia.

¿Qué dejó allí el dominio imperial? Al cabo de un siglo, ¿a cuántos
universitarios formó? En total, tres: un médico, un abogado y un perito
mercantil. Eso dejó. Y dejó una traición. España sirvió en bandeja esa
tierra y esas gentes para que fueran devoradas por el reino de Marruecos. Desde entonces, el Sahara es la última colonia del Africa. Le han usurpado la independencia.

¿Por qué será que los ojos se niegan a ver lo que rompe los ojos?

¿Será porque los saharauis han sido una moneda de cambio, ofrecida por
empresas y países que compran a Marruecos lo que Marruecos vende aunque no
sea suyo?

Hace un par de años, Javier Corcuera entrevistó, en un hospital de
Bagdad, a una víctima de los bombardeos contra Irak. Una bomba le había destrozado un brazo. Y ella, que tenía ocho años de edad y había sufridoonce operaciones, dijo:

Ojalá no tuviéramos petróleo.

Quizás el pueblo del Sahara es culpable porque en sus largas costas
reside el mayor tesoro pesquero del océano Atlántico y porque bajo las
inmensidades de arena, que tan vacías parecen, yace la mayor reserva mundial de fosfatos y quizá también hay petróleo, gas y uranio.

En el Corán podría estar, aunque no esté, esta profecía:
Las riquezas naturales serán la maldición de las gentes.

Los campamentos de refugiados, al sur de Argelia, están en el más desierto de los desiertos. Es una vastísima nada, rodeada de nada, donde
sólo crecen las piedras. Y sin embargo, en esas arideces, y en las zonas
liberadas, que no son mucho mejores, los saharauis han sido capaces de crear la sociedad más abierta, y la menos machista, de todo el mundo musulmán.

Este milagro de los saharauis, que son muy pobres y muy pocos, no sólo
se explica por su porfiada voluntad de ser libres, que eso sí que sobra en
esos lugares donde todo falta: también se explica, en gran medida, por la
solidaridad internacional.

Y la mayor parte de la ayuda proviene de los pueblos de España. Su
energía solidaria, memoria y fuente de dignidad, es mucho más poderosa que los vaivenes de los gobiernos y los mezquinos cálculos de las empresas.

Digo solidaridad, no caridad. La caridad humilla. No se equivoca el
proverbio africano que dice:

La mano que recibe está siempre debajo de la mano que da.

Los saharauis esperan. Están condenados a pena de angustia perpetua y de perpetua nostalgia. Los campamentos de refugiados llevan los nombres de sus ciudades secuestradas, sus perdidos lugares de encuentro, sus querencias: El Aaiún, Smara...

Ellos se llaman hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la
lluvia.

Desde hace más de treinta años persiguen, también, la justicia, que en
el mundo de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto.


"La revolución se lleva en el corazón no en la boca para vivir de ella"
Ernesto CHE Guevara


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comentaris

Tot això és força bonic, però els homes que tenim una certa edat recordem perfectament que els del Front Polisari van matar més d'un recluta espanyol. Espanya els va deixar a l'estacada? Totalment cert. Però l'altra solució (preferida, diuen, del Franco agonitzant) era "liquidar" la marxa verda i muntar una guerra... cosa que als egoistes mascles que en aquell temps teníem edat militar no ens feia cap punyetera gràcia.

Enviat per Un quinto del 75 09 Mai 2006, 00:23

Felicitats.

Enviat per Jose R. 03 Mai 2006, 18:17
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