Sección Sindical FIA-UGT Synthesia
"No hay revolución simplemente porque se lleve a cabo un régimen político.Ni siquiera hay revolución cuando junto al cambio de régimen político hay un cambio social.El ciclo revolucionario no termina hasta que la revolución se haga en las conciencias" Rodolfo Llopis (1895-1983) tras su nombramiento como Director General de Enseñanza Primaria en la Segunda República Xarxa sindical

27 Jul, 2007

POR LA DIGNIDAD QUE NUNCA PERDIERON. En honor a su memoria.

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...... los viejos morirán, los jóvenes,....olvidarán.

David Ben-Gurión (1886-1973)


Mucho se ha escrito y leido sobre los acontecimientos que se desarrollaron en el estado español en los años treinta del pasado siglo.

Hemos asistido al intento por aclarar asuntos oscuros y ver cosas ya conocidas, desde diferentes perspectivas.

Estamos a escasa distancia de lograr dar ese paso definitivo, fruto del coraje y la sabiduria, que nos permita reconocer y condenar los errores que cometiron los bandos enfrentados. Aunque uno de los bandos tenga muchas más cosas de las que arrepentirse.

Los hechos ocurridos en este periodo de tiempo, están bién estudiados y documentados. Los estudiosos en la materia, pueden dar fe de los acontecimientos.

Pero hay una parte de esta historia que, oficialmente, "nunca ocurrió", por lo que el conocimiento que tenemos de ella es escaso. Es evidente que no ha recibido la atención que merece, quizás porque es mas dificil estudiar las cosas que "no ocurrieron" que las que ocurrieron, incluso aunque las primeras sean tan importantes o más que las segundas.

Me estoy refiriendo a la política bélica de terror contra la población civil, con la instauración de una represión tan generalizada y feroz, que fue casi equivalente a una guerra unilateral de los vencedores contra unos vencidos totalmente indefensos.

Desde el punto de vista moral, fue su capítulo más reprobable.

La represión de la posguerra se debió a un espíritu de venganza y un deseo genocida de erradicar los elementos antiespañoles de la sociedad.

Según los cálculos más fiables, entre 1939 (una vez terminada la guerra) y 1948, fueron ejecutados oficialmente alrededor de 50.000 españoles, condenados en consejos de guerra.

Esta cifra no incluye las muertes causadas por el hambre, las condiciones sanitarias o el tratamiento brutal de algunos guardias en los campos de concentración o en las cárceles del nuevo régimen. Se cifra en 17.000 personas más, las víctimas de estas acciones premeditadas del régimen franquista.

Independientemente de que en la actualidad, el pártido político más importante de centro-derecha en España, y estoy hablando del Partido Popular, no condene estas políticas catastrofistas promovidas por sus precursores, e intenten blanquear el franquismo y no hagan el más mínimo esfuerzo por romper definitivamente con los aspectos negativos de la derecha tradicional y la derecha dictatorial, lo que realmente importa e interesa, son las víctimas de aquella barbarie y sus familias.

Víctimas y familias que solo se atrevieron ha hablar del tema entre susurros, para no molestar a los verdugos, para no molestar a los asesinos que les inflingirían una y mil veces las mismas atrocidades, las mismas crueldades, que descargarían en ellos toda su cobardia y toda la innobleza que solo los asesinos adocenados saben poner en práctica.

Incluso después de haberlos asesinado, continuaban humillandolos. A ellos y a sus familias.

En uno de los últimos artículos publicados en el FORO POR LA MEMORIA, del que os dejo enlace, se nos describe como uno de los últimos resistentes contra el fascismo, Victorino Pereda, abatido por las fuerzas represoras franquistas en su población natal de Roturas de Cabañas, en la provincia de Cáceres, (aunque la ubicación geográfica es lo de menos, el terror estuvo presente en todo el territorio "nacional") fue enterrado, por orden del cura párroco de este localidad, (al que su Dios, si es que tenía alguno lo haya perdonado), en la puerta del cementerio de su pueblo, para que todo aquel que entrara y saliera, pisara su tumba.

El delito de que habia cometido Victorino: defender la libertad.

Y sus familiares solo pudieron susurrar, para no molestar a los verdugos, para no molestar a los asesinos.

Los familiares de Victorino, como los de los miles de represaliados, cuyos restos están ocultos en cualquier cuneta, en cualquier camino, solo piden ayuda para poder enterrarlos con la dignidad que estos luchadores por la libertad merecen.

La Ley por la Memoria Histórica, se la ha de dar.

Desde aquí, mi más sentido y sincero reconocimiento a estos luchadores anónimos.

Para ellos y sus familiares, un profundo respeto.

Descansen en paz.

Paco Fernández, Julio 2007

foro por la memoria


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